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Rebeldes


"La juventud sabe lo que no quiere antes de saber lo que quiere". Jean Cocteau

A la gran mayoría nos resulta muy sencillo y, por qué no decirlo, hasta emocionante aconsejar y recetar a diestro y siniestro. Lo complicado en este caso es tragarse la píldora y cumplir con el tratamiento al completo. En cuestión de hijos, los padres somos muy dados a esta práctica y cuando ya llevamos unos años de rodaje y nuestros niños se convierten en adolescentes nos creemos los reyes del mambo educativo. La verdad es que no tenemos ni la más remota idea y utilizamos el noble arte del ensayo-error, aderezado con una cucharadita de artículos/libros que hemos leído y un buen chorrito de consejos de otros experimentados padres.

"Los problemas crecen"
La llegada de un hijo al hogar conlleva muchos cambios y necesita de una adaptación mutua entre todos los miembros de la familia. Al llegar a la adolescencia, esos tiernos churumbeles se convierten en auténticos desconocidos y lo que antes servía, ahora no. Las relaciones familiares en esta etapa pueden llegar a complicarse, produciéndose diferentes conflictos.

Rebeldes
En la adolescencia se atraviesa una etapa de transformación
no solo física, también emocional y social en la que necesitan el apoyo y comprensión de sus padres, precisando al mismo tiempo control y límites. Los hijos están en una fase de búsqueda de la propia identidad y necesitan sentirse independientes, autoafirmarse. 


Que existan discrepancias no es preocupante, pues es algo natural en esta etapa. El problema surge si estas no se logran resolver por medio del diálogo. Una buena comunicación con los adolescentes es clave para mejorar el clima y las tensiones que inevitablemente se generan. Es muy común que nos encontremos con frases como "déjame en paz", "eres una pesada", "otra vez la charla", etc. Los padres pensamos que no nos escuchan, que aguantan el chaparrón con el chubasquero puesto y todo les resbala, que tenemos que repetir una y otra vez las mismas cosas. 

Recetando...y ¡no soy médico!
Poco a poco he ido aprendiendo que debemos armarnos de más paciencia que el Santo Job, es un periodo complicado pero no dura para siempre, hay luz al final del túnel (los adultos hemos pasado por esa etapa y en algún momento hemos madurado...o eso creo). Debemos saber estar para nuestros hijos. Si pensamos que ellos van a estar dispuestos a hablar siempre que nosotros queramos vamos listos. Acudirán a contarnos algo cuando lo necesiten y tendremos que estar a la altura, o intentarlo. Si no prestamos atención y quitamos importancia a sus problemas es posible que en otro momento en el que los problemas sean más serios no acudan a nosotros. Aunque para nosotros no lo sea, para ellos son temas fundamentales. 

Hay que buscar momentos en los que estén receptivos para iniciar una conversación. Tendemos a hablar desde nuestra posición de adultos, hablemos claro, que a veces somos bien retorcidos. Dejemos que exponga su opinión, está en su derecho. Estemos atentos pero tendrán que aprender de sus errores, equivocarse igual que hemos hecho todos. Es habitual que busque confrontación, provocarnos con algunas actitudes o comentarios, tratemos de no encendernos y terminar como Homer y Bart Simpson. Fundamental el autocontrol, no entrar en su juego, no se trata de montar un escándalo.

Concluyendo
Como ya escribí una vez, los hijos no vienen con manual de instrucciones, cada etapa es una aventura, aunque no podemos olvidar que son adolescentes en desarrollo. Con la práctica y también las meteduras de pata he logrado entender que sabiendo escuchar, aprendiendo a dialogar, prestando atención, teniendo muuuuuuucho autocontrol, siendo respetuosos, con gran cariño pero sin olvidar la firmeza y haciendo acopio de grandes dosis de paciencia...(casi nada); es posible  transitar por este trayecto del camino disfrutando de todo lo positivo que también puede ofrecernos.

Ahí queda mi receta. Si conoces otras pautas para que las relaciones familiares y la comunicación con los adolescentes sea más fluida y llevadera estaré encantada de leerte.
       
     ¡Gracias!
Imágenes Pixabay

*Bibliografía
Fernández, T. y Ponce de León, L. (2011). Trabajo social con familias. Madrid: Ediciones Académicas
Sierra, P. y Brioso, A. (2006.) Psicología del desarrollo. Madrid: Sanz y Torres

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