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Vivir en el pueblo es lo que tiene

Imagen: Pilar Carrascosa Almazán

Y no es que lo diga yo. Salir a la calle, saludar a los vecinos y todo el que te encuentres, respirar aire puro y vivir en plena naturaleza en un privilegio que no todos tienen. Cuando tengo ganas de perderme solo tengo que caminar unos minutos y me alejo de todo ruido. Te permite pensar, llegar a un estado de paz y tranquilidad especial.

Siempre que tengas algún problema tienes la certeza de no estar solo, encuentras personas dispuestas a echar una mano con la cercanía que proporciona la convivencia diaria. La mayoría de los que vivimos en el pueblo disponemos de un huerto que con gran esfuerzo, por el trabajo (y dolor de espalda…) que origina, nos ofrece muchos alimentos frescos directamente del productor al consumidor, sin intermediarios. El precio de la vivienda en el pueblo es menor que en la ciudad, podemos vivir en una casa independiente con un jardín y nos acercamos a cualquier parte caminando. Con los avances tecnológicos, internet, relativiza mucho las distancias y es posible acceder a servicios antes imposibles desde el medio rural. Los que estudian a distancia pueden compatibilizar con el trabajo y otras responsabilidades familiares aunque siempre hay que desplazarse a las ciudades para realizar exámenes, biblioteca de la Universidad y papeleos varios, pero la posibilidad existe.

Todo esto tiene un coste claro que sí. Comentando el tema con un grupo de amigos las opiniones son variadas. La oferta de servicios es menor, ocio, centros de salud, enseñanza superior, transporte público, empleo. Y es que dependiendo de donde vivas las oportunidades en estos aspectos cambian. No es lo mismo vivir en un pueblo de 500 habitantes alejado en muchos kilómetros de un gran núcleo urbano que en una población que diste escasos 10 km de la ciudad. La diferencia también es notable entre las poblaciones de pocos habitantes y las poblaciones de 15.000 por ejemplo en cuanto a servicios de todo tipo. Los jóvenes que terminan  sus estudios obligatorios y desean continuar con una carrera universitaria o un módulo de grado medio o superior se tienen que marchar lejos de las familias, este hecho genera una cantidad de gastos difícil de asumir y lo que más duele es la distancia con nuestros hijos, sientes que les pierdes un poco. Las personas mayores no cuentan con tantas actividades como las que se pueden encontrar en la ciudad, centros de día, terapia ocupacional, rehabilitación. Sentir que en el pueblo es complicado mantener algo en privado pues todo el mundo se conoce y las noticias vuelan. Las oportunidades de empleo son muy pocas y obliga a buscarse la vida en poblaciones mayores, desplazamiento en carretera…o a arriesgar con la innovación y el emprendimiento en algún sector para no marcharse del pueblo. Los tópicos como pensar que en los pueblos no existe el estrés, pues aquí también hay horarios de trabajo y otras obligaciones que nos hacen correr de un lugar a otro.

Los cosmopolitas, los que prefieren un entorno rural, los que ven una oportunidad en el pueblo, los que odian vivir bajo el ojo vigilante de  los vecinos, los que creen que vivir en el pueblo son vacaciones constantes, los que lo quieren todo, la ciudad para unos días y escapada rural para otros. Aunque lo importante está en el interior de cada uno, sentirse feliz en el lugar donde vivas, construir tu hogar y tu vida. Yo elegí el pueblo y a pesar de los inconvenientes que pueda tener no lo cambio. Tengo la gran suerte de tener dos pueblos, uno en el que nací, crecí y vive parte de mi familia y mis raíces. El otro que me adoptó hace muchos años y en el que está la otra parte de mi corazón, mi vida.
“Tomó la decisión de iniciar una nueva vida en el pueblo, lejos del mundanal ruido. Con la maleta llena de sueños, sabiendo que no sería fácil comenzar de nuevo, pero con la firme convicción de que era lo correcto……”


¡Gracias por venir!

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