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"¡Ojalá vivas todos los días de tu vida!" Jonathan Swift
Hace días una persona me comentó un tema , según sus propias palabras, un tanto "peliagudo". Ese mismo día se emitió en televisión una película en la que se trataba el mismo tema, el suicidio en la vejez. Que dos veces en el mismo día me acercaran determinada situación me hizo pensar y plantearme escribir sobre ello.
No es nada fácil dejar a un lado los temas entretenidos y ponerse serios, pero un tema como este precisa de una reflexión profunda y una atención más formal.
Las personas mayores tienen una mayor tasa de suicidio que otros grupos de edad, siendo significativa a partir de los 70 años en adelante. La mayor tasa se sitúa en la franja 80-84 años, siendo el grupo de más riesgo los varones mayores de 85 años (datos extraídos del INE correspondientes al año 2013. En la tabla corresponde al ítem 098, suicidio y lesiones autoinfligidas). Tienen menos intentos de suicidio pero utilizan métodos más letales para ello, estas conductas suicidas suelen ser bien meditadas y en ocasiones pueden tomar la forma de suicidios pasivos ( dejar de tomar la medicación o tomar una sobredosis de su medicación habitual de forma totalmente intencionada, dejar de comer y beber hasta enfermar, retrasar el tratamiento de una enfermedad...). Es posible que por esta razón la situación pueda ser más complicada que lo reflejado en las estadísticas. En algunas publicaciones se indica que la depresión puede ser la causa de dos tercios de los suicidios en personas mayores.
Como factores de riesgo: edad y sexo (el porcentaje de suicidios en hombres es mayor que en las mujeres pero las mujeres presentan un mayor riesgo de intentos de suicidio) , pérdida de un ser querido (como momento crítico el primer año de viudedad), antecedentes familiares, estado civil, vivir solo y aislamiento social, abuso de sustancias (principalmente alcohol), trastornos psicológicos, etc.
Detectar y realizar un seguimiento de las personas mayores con factores de riesgo de suicidio es la clave para intentar atajar un problema de estas características.
Dejando a un lado los datos, tasas, factores de riesgo....he dado vueltas intentado entender aquellas razones que pueden llevar a esos extremos. Reconozco que no es sencillo ponerse en situación, más cuando tienes poderosas razones para desear seguir viviendo y no todo lo contrario. Lo que he hecho ha sido darle la vuelta y plantearme cómo podría sentirme si esas mismas razones no existieran o las perdiera.
Parece fácil, ¿verdad?. Lo intentas, piensas en lo que quieres, tus padres, tu familia, tus hijos, tu pareja...pero no sólo éso. Imaginas tu trabajo, tus ilusiones, tus deseos, tu salud, tus amigos, tus planes de futuro....Eso que has imaginado intentas pensar que ya no está, no existe, se fue. No me ha gustado nada ponerme en esa situación, no me he sentido cómoda y eso que sólo ha sido un momento.
Las personas mayores han vivido muchos momento difíciles y han sufrido pérdidas. Muchos tienen que afrontar alguna enfermedad grave y tienen miedo, es normal. Le sumamos limitaciones de movilidad, situaciones de dependencia, soledad, pérdida de ilusiones, problemas emocionales, depresión....Aún así muchos otros ancianos también pasan por este tipo de trances y no desean de ningún modo acabar con su vida, son capaces de sobrellevarlo y seguir adelante. Es posible que las circunstancias personales de cada uno, en su conjunto, influyan en la determinación de las personas a la hora de plantearse como quieren, o no, vivir su vida.
La soledad es muy dura, la enfermedad y todas las circunstancias que puedan provocar un sentimiento de desesperanza, perder el deseo de vivir. Cuando una persona mayor dice "ahora os toca vivir a los jóvenes que nosotros ya hemos vivido nuestra vida" o eso de ""ya da igual porque soy viejo" me entristece mucho. Serás "viejo" pero estás aquí, por eso ¡ojalá vivas todos los días de tu vida!.
Las personas mayores tienen una mayor tasa de suicidio que otros grupos de edad, siendo significativa a partir de los 70 años en adelante. La mayor tasa se sitúa en la franja 80-84 años, siendo el grupo de más riesgo los varones mayores de 85 años (datos extraídos del INE correspondientes al año 2013. En la tabla corresponde al ítem 098, suicidio y lesiones autoinfligidas). Tienen menos intentos de suicidio pero utilizan métodos más letales para ello, estas conductas suicidas suelen ser bien meditadas y en ocasiones pueden tomar la forma de suicidios pasivos ( dejar de tomar la medicación o tomar una sobredosis de su medicación habitual de forma totalmente intencionada, dejar de comer y beber hasta enfermar, retrasar el tratamiento de una enfermedad...). Es posible que por esta razón la situación pueda ser más complicada que lo reflejado en las estadísticas. En algunas publicaciones se indica que la depresión puede ser la causa de dos tercios de los suicidios en personas mayores.
Como factores de riesgo: edad y sexo (el porcentaje de suicidios en hombres es mayor que en las mujeres pero las mujeres presentan un mayor riesgo de intentos de suicidio) , pérdida de un ser querido (como momento crítico el primer año de viudedad), antecedentes familiares, estado civil, vivir solo y aislamiento social, abuso de sustancias (principalmente alcohol), trastornos psicológicos, etc.
Detectar y realizar un seguimiento de las personas mayores con factores de riesgo de suicidio es la clave para intentar atajar un problema de estas características.
Dejando a un lado los datos, tasas, factores de riesgo....he dado vueltas intentado entender aquellas razones que pueden llevar a esos extremos. Reconozco que no es sencillo ponerse en situación, más cuando tienes poderosas razones para desear seguir viviendo y no todo lo contrario. Lo que he hecho ha sido darle la vuelta y plantearme cómo podría sentirme si esas mismas razones no existieran o las perdiera.
Parece fácil, ¿verdad?. Lo intentas, piensas en lo que quieres, tus padres, tu familia, tus hijos, tu pareja...pero no sólo éso. Imaginas tu trabajo, tus ilusiones, tus deseos, tu salud, tus amigos, tus planes de futuro....Eso que has imaginado intentas pensar que ya no está, no existe, se fue. No me ha gustado nada ponerme en esa situación, no me he sentido cómoda y eso que sólo ha sido un momento.
Las personas mayores han vivido muchos momento difíciles y han sufrido pérdidas. Muchos tienen que afrontar alguna enfermedad grave y tienen miedo, es normal. Le sumamos limitaciones de movilidad, situaciones de dependencia, soledad, pérdida de ilusiones, problemas emocionales, depresión....Aún así muchos otros ancianos también pasan por este tipo de trances y no desean de ningún modo acabar con su vida, son capaces de sobrellevarlo y seguir adelante. Es posible que las circunstancias personales de cada uno, en su conjunto, influyan en la determinación de las personas a la hora de plantearse como quieren, o no, vivir su vida.
La soledad es muy dura, la enfermedad y todas las circunstancias que puedan provocar un sentimiento de desesperanza, perder el deseo de vivir. Cuando una persona mayor dice "ahora os toca vivir a los jóvenes que nosotros ya hemos vivido nuestra vida" o eso de ""ya da igual porque soy viejo" me entristece mucho. Serás "viejo" pero estás aquí, por eso ¡ojalá vivas todos los días de tu vida!.
¡Qué bien escribes, Mónica! ¡Magnífico blog! ¡Adelante!
ResponderEliminarGracias por tus palabras José Luis, viniendo de ti es muy valioso. ¡Muchos besos!
ResponderEliminarNos sorprendes con temas de los que normalmente parece que no existen. No conocía los datos. Buena reflexión para los que tenemos la suerte de haber descubierto tu blog.
ResponderEliminarLa verdad es que yo tampoco me había parado a pensar este tema hasta que una persona me lo planteó. Al empezar a leer me di cuenta de la verdadera dimensión del problema y lo poco que reparamos en ello. Gracias por leerme, feliz día.
EliminarEsta mañana mismo he estado reflexionado en parte sobre este tema, y esto ha sido al visitar una residencia por motivos profesionales. He pensado que la actitud pasiva, la soledad no deseada, el dejar pasar el tiempo sin aprovechar más que en una observación vaga desde unas sillas alineadas no favorecía a la vida de posiblemente esas mismas personas que se ocuparon de eso...de vivir, ahora sobrevivían pero lo más triste es que tampoco se notaba esfuerzo o ganas de mantener la supervivencia. No soy yo capaz de juzgar, pero sí de entender una decisión como la planteada. No es ni cobardia como dicen algunos, ni valentía como anuncian los otros...es libertad y ante todo por ello me reafirmo en un sincero y merecido respeto.
ResponderEliminarGracias Cristina por tus sinceras palabras. Abrazos
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