Ir al contenido principal

Cierra los ojos



Estar en la inopia o a la luna de Valencia, como más te guste o lo que más rabia te dé. Ese estado en el que no te enteras de nada, una ausencia muchas veces elegida por uno mismo en la que haces visión túnel y no ves más allá de tus narices.

La verdad es que es bastante cómodo. Vivir en la ignorancia de ciertas cosas es uno de los estados más relajantes que existen. No te cuestionas nada referente a determinadas situaciones, es más, ni tienes intención de hacerlo. 

Y es que nos pone cantidad el autoengaño. 
El autoengaño es mentirse a uno mismo (esto ya es lo máximo) para mantener falsas creencias o ilusiones a las que tenemos apego. Dice la Wikipedia que es el proceso de negarse a racionalizar la relevancia o importancia de evidencia contraria y argumentos lógicos que son opuestos a los propios. Todos nos autoengañamos en un nivel más o menos alto, y tu también, no lo niegues que te estoy viendo.

Ojos que no ven...
Pero qué afición más rara, no soportamos que otros nos engañen y lo hacemos con nosotros mismos alegremente. Y es que es una magnífica estrategia mental para dar esquinazo a la realidad, centrándonos en lo que nos interesa y desconectando de aquello que nos supone un problema, nos angustia o simplemente no nos gusta. ¿Mecanismo de protección? Supongo que si, de este modo evitamos enfrentarnos a una situación no deseada, es una vía de escape. En ocasiones lo haremos conscientemente aunque muchas otras será nuestro cerebro quien nos engaña y nos cuesta ser conscientes de ello.

Esos malos hábitos que tienes y puedes mejorar pero no lo haces porque dices que todo está bajo control, esa pareja con la que ya no tienes nada en común pero te dices que las cosas no van tan mal y pensando que te aporta cosas que no son ciertas, el trabajo que cada vez va peor pero te niegas a admitirlo...para mí es más sencillo (y agradable) recordar las cosas positivas y tiendo a olvidar (o ignorar) los aspectos negativos en determinadas experiencias personales principalmente, y es que no hay peor ciego que el que no quiere ver.

El guantazo de la realidad
Pero llega un momento en el que necesitas a alguien que te dé un par de "bofetadas mentales" para hacerte ver ciertos asuntos de manera más objetiva, que te haga las preguntas correctas y te ponga en tu sitio. Que te agite por dentro y te saque de la espiral de atontamiento (feliz, eso sí) en la que te gusta mecerte, es tu limbo particular. En ese momento piensas: si ya me parecía a mi que...pero nada, cerrando los ojos. A mí me ha resultado, aunque con esto no quiero decir que ya no me autoengaño. Lo sigo haciendo (seguramente más de lo que creo) solo que ahora soy consciente de que determinadas cosas que pienso no son ciertas pero me hacen sentir mejor. ¿Eso es bueno? Ahí lo dejo...


Gracias


Comentarios

  1. Mónica, muy interesante el artículo, el auto-engaño hasta que punto puede ser positivo o negativo. Creo que tenemos que tomar un criterio de adaptabilidad al entorno y a los objetivos marcados. Si el auto-engaño nos ayuda a vivir o a acercarnos a nuestras metas, tal vez sea positivo. Puede ser positivo creer en los reyes magos si esto hace que nos "comportemos bien" durante todo el año.
    Desde luego es desadaptativo, a partir de los 25, aunque algunos creemos en otras cosas no menos increíbles.
    Muchas gracias por tu artículo. Hablamos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Pedro, por comentar. Y si, muchos creemos cosas mucho más increíbles aunque te pongan evidencias contundentes delante, simplemente lo apartamos...y tan felices.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

No hay peor ciego que el que no quiere ver

"La vista es la función de los ojos, pero la visión es la función del corazón" Helen Keller Y así ocurre. Desde el mismo momento en que caes en la cuenta de que no ves bien buscas el modo de solucionarlo y no siempre se detecta fácilmente. La mayor parte de los trastornos visuales están relacionados con la dificultad de enfocar nítidamente los objetos de lejos o de cerca. Una compensación óptica adecuada es fundamental para la buena evolución y desarrollo  personal y social de cada persona. No ver bien te limita y quien diga que no, es que no lo ha experimentado. No puedes conducir con seguridad porque no ves bien las señales viales o incluso los vehículos que circulan hasta que no los tienes encima o que alguien pase por la otra acera y se moleste porque no le has saludado cuando tú ni le habías reconocido. Si eres miope y no lo corriges adecuadamente ves menos que un gato de escayola.  También puede ocurrir que lo que te cueste ver sean las letras de un libro

Aprendiendo a nadar

" Cuando la vida te da un golpe, ¿sabes qué tienes que hacer? Sigue nadando "   Dory (Buscando a Nemo) Cuando te dedicas tiempo caes en la cuenta de la cantidad de cosas que te quedan por aprender. Entre todas esas cosas está aprender a nadar. Casi puedo escucharte cuando dices que a mi edad y todavía no he aprendido a nadar...Tengo que decir que sí, que puedo nadar en el agua sin dificultad. No hago maravillas y mi estilo es libre pero floto que es lo importante.  No me refiero nadar en ese sentido sino aprender a nadar en el inmenso y a veces revuelto océano de la vida.  Todos nadamos aquí, sin remedio, pero en ocasiones lo único que hacemos es dejarnos llevar por la corriente y a ver donde tiene la amabilidad de depositarnos. Es placentero y relajante dejarse mecer por esa corriente que hasta te hace cosquillas y con un poco de suerte puedes acabar junto a otras personas que te resultan muy agradables...o no, pero es donde te ha soltado y es lo que toca. 

Elegir un amor

Ayer publicaba un post titulado conceptuando el amor , en el que animaba a los lectores a dejarme comentarios con su opinión sobre el amor. Anoche me llegó un precioso documento de tal calidad que creo que debo publicarlo para disfrutar de su lectura. Gracias Isabel por ofrecer tu punto de vista, por tan delicada redacción y el cariño con el que está escrito. Muchas gracias. ELEGIR    UN   AMOR Jaime Sabines     Si  bien  es  cierto  que  nada  perdura  para  siempre,  que  todo  está  sujeto  a  la  posibilidad  de  un  cambio,  no  es  menos  real  que  desde  que  el  mundo  es  mundo…, pues existe  algo  que  llamamos  AMOR.   La  innegable  perpetuación  de la  especie  así  nos  lo  advera,  al  menos  hasta  el  momento.   Al  margen  de  la  multitud  de  definiciones  que  puedan  haberse  dado,  desde  los  clásicos  hasta  nuestros  días,  me  han  pedido  que  brinde  mi  opinión personal  al  respecto.  Por  tanto,  aquí  va…    Podrá  haber  amor  en  l