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"Una de las causas más frecuentes del fracaso es el hábito de abandonar cuando uno se ve presa de una frustración temporal" Napoleon Hill
Llevo un par de semanas con un tema rondando por mi cabeza y es la baja tolerancia a la frustración que manifestamos. Creí haber perdido la capacidad de asombrarme ante la conducta humana en determinados contextos pero nada más lejos de la realidad, aún a día de hoy me quedo muerta con algunas actitudes.
He repetido en varias ocasiones que los niños y adolescentes tienen verdaderos problemas en lo que respecta a la tolerancia de la frustración pero compruebo que gran parte de los adultos tenemos el mismo problema.
Vamos a ponernos en situación. En esta ocasión la Wikipedia me ha dejado un poco tirada ya que tiene la definición en barbecho, ahí esperando referencias que lo acrediten, y es una lástima porque visito habitualmente esta publicación que me pone al día de todas esas definiciones que busco y utilizo por aquí. Por ese motivo he buscado otras páginas en las que encuentro que la frustración es un sentimiento desagradable producido por la no satisfacción de las expectativas de una persona. Es una respuesta emocional común surgida de la percepción de resistencia al cumplimiento de la voluntad individual. En resumen, frustración es cuando te encabronas porque las cosas no salen como habías pensado o no consigues lo que quieres en un momento determinado. El origen no está en la situación en sí misma sino en la forma que tenemos de afrontarla.
Los que saben de esto dicen que existen tres formas de afrontar estas situaciones. De manera agresiva, dejando salir la ira, incluso golpeando aquello que causa la frustración; Mediante la huida, evitando lo que produce la frustración o huyendo una vez que se ha producido; O mediante la sustitución, cambiando la situación frustrante por otra que no produce esa angustia. De estos tres tipos de respuesta la recomendable y apropiada es la tercera, la sustitución.
Todos pasamos por dificultades, hay limitaciones que surgen (puede que nos limitemos nosotros mismos en ocasiones). Esto produce malestar, un malestar que hay que aprender a canalizar, tenemos unas expectativas que no siempre se cumplen y hay que saber tolerar esa sensación actuando en consecuencia. No deja de ser un aprendizaje continuo en el día a día. No conseguir determinadas metas que nos habíamos propuesto o no alcanzar lo que deseamos no es un fracaso. Pagar esa frustración con las personas de nuestro entorno más cercano no es lo deseable, buscar culpables para así sentirnos mejor tampoco. Debemos entender que en la vida no siempre se consigue todo lo que queremos o puede que no en el momento exacto que esperamos.
Deseos, metas, sueños, objetivos, ilusiones...están dentro de cada uno de nosotros. Y buscamos satisfacerlo de alguna manera. Además estamos acostumbrados a la inmediatez, incapaces de esperar queremos todo ya. Encontramos personas que son incapaces de gestionar las emociones, que actúan de manera impulsiva, con exigencias, que a la mínima reaccionan con un ataque de ira o una tristeza profunda y extrema, desmotivadas o que tratan de manipular a los demás.
Trabajar la tolerancia a la frustración con los niños, la gestión emocional y encauzar determinadas conductas es necesario para potenciar aquellos comportamientos positivos que sirven de base para un desarrollo adecuado, que permita el día de mañana un adulto capaz de adaptarse con calma y de manera eficiente a las diferentes situaciones que encontrará a lo largo de la vida.
Que sí, que tú también te mosqueas y yo y todos. ¿Qué es eso que te produce frustración? ¿Cómo lo gestionas? Puedes dejar tus comentarios aquí 👇 o en Facebook
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