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De profesión Administradora de Sorderas

 Imagen Pexels
"Qué importa la sordera del oído cuando la mente oye, la verdadera sordera, la incurable sordera es la de la mente". Víctor Hugo
Pasar la tarde con personitas importantes en tu vida es un buen plan. Compartir tu tiempo y prestarles atención es importante para reforzar los lazos con esas personas tan significativas. En tiempos como los actuales que estamos aquejados de "multitareitis" nos hemos acostumbrado a tener en la cabeza varias cosas a la vez y lo cierto es que esta costumbre no es muy beneficiosa para la efectividad en esas tareas, tampoco es respetuoso con las personas que te acompañan. Una de esas personitas lo percibió a la segunda vez que pregunté "¿qué dices?" y soltó sin miramientos un "mamá, tienes que revisarte los oídos" cargado de ironía.

No tengo un problema de hipoacusia, la oía perfectamente. Simplemente no estaba escuchando, estaba en el mundo de mis propios pensamientos. Me sentí mal, la verdad. Cuando alguien te cuenta algo que considera importante es una falta de respeto ignorarle, restarle importancia. En lo cotidiano, en las pequeñas cosas, en lo más sencillo...es donde te das cuenta de los errores que cometes y no son pocos. Ser consciente de ello y tratar de enmendarlo es un pequeño paso en el aprendizaje de la vida. 


Los párrafos anteriores solo son un pequeño ejemplo de algo que hacemos a menudo que es no escuchar, o eso de di lo que quieras que yo oigo lo que me da la gana, también el interpreto lo que me dicen a partir de mi experiencia o para ponerlo a mi favor sin tener en cuenta si coincide con lo que el otro me está diciendo porque me importa bien poco. A veces por descuido, por estar en tu propio mundo y otras porque tomas la decisión consciente de hacer oídos sordos.

Dicen por ahí, y no precisamente las malas lenguas, que una sordera bien administrada no tiene precio (a palabras necias, oídos sordos es el refrán). No seré yo la que lo desmienta ya que a veces ignorar ciertas cosas es bueno para la salud emocional y la paz mental. Estoy prácticamente segura que todos hemos ejercido dicha profesión, o sea, hemos administrado una sordera a la perfección en determinado momento. Algunos son unos auténticos profesionales y dan rienda suelta a su talento, no se conforman con administrar su propia sordera sino que se ofrecen a tutelar las ajenas. Consejos sobre lo que a uno mismo le ha ido de lujo pero cuando las circunstancias personales cambian no tiene el mismo resultado, la buena voluntad no es suficiente y el que aconseja no paga ni tiene que lidiar con las consecuencias. 


Decía que hacer uso de la sordera selectiva puede resultar útil en ocasiones aunque ignorar comentarios no es lo mismo que el síndrome de "EscuchoLoQueMeSaleDelMoño".  Cuando se trata de escuchar algo que asusta o no interesa es fácil
utilizar la técnica del avestruz, esconder la cabeza debajo de la tierra haciendo como que la cosa no va contigo, no te afecta, no existe (otro ejemplo también, cuando los niños dicen eso de "habla chucho que no te escucho" a grito pelado mientras se tapan los oídos, incluso mis hijas lo alargaban más con algo así como meter la pata en un cucurucho). Olvidas que esconder la cabeza no es la solución pues dejas el resto al descubierto con la posibilidad de que por ahí te las den todas.


Es posible tener la capacidad de oír pero a la vez tener limitada la capacidad de escuchar. No se trata de oír los sonidos solamente, se trata de poner todos los sentidos en lo que oímos, prestar atención y lograr entender el mensaje que nos llega en todo su conjunto. Escuchar es un arte y no todos somos igual de artistas. La buena noticia es que se aprende a escuchar, a percibir, a descifrar.

Te gusta conversar con alguien que te escuche, te preste atención. Buscas a esa persona porque te resulta agradable. En cambio con quien solo puedes mantener un diálogo de besugos...resulta frustrante e inútil. A los demás les ocurre lo mismo, si no lo habías pensado va siendo hora de ponerse el audífono marca "atención" y demostrar que eres capaz de mantener una conversación sin que tu mente se desprenda del cuerpo y se ponga a vagar por ahí a su antojo.

Y tú, ¿escuchas o solamente oyes?. Ahí lo dejo...

Sonata para piano nº 14 (Beethoven)



  *Imagen del avestruz Public Domain Pictures                                  
     
  
 Gracias

                               
                       

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