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"Los errores son siempre perdonables, si uno tiene el coraje de admitirlos" Bruce Lee
Ya lo dice la canción, que bonita la vida. Y es bonita, mucho. A pesar de todo, a pesar de todos. Porque la vida está para eso, para vivirla. Y no de cualquier modo
sino con ganas,
con rabia incluso,
con fuerza,
con golpes,
con sueños cumplidos, incumplidos también,
con ilusiones,
sintiendo,
llorando,
riendo.
Y en el afán de encontrar aquello que sentimos y nos identifica, que hace que vivamos de la manera que elegimos, nos topamos de la peor forma con las cosas que hacemos mal.
Experta en cometer errores, meter la pata hasta el fondo, tropezar y caer, una es consciente de todas las ilusiones que se quedarán en el camino por no saber enfrentar situaciones de manera adecuada, por no tomar la decisión correcta.
¿Has deseado alguna vez algo con tanta fuerza que duele? ¿Has sentido la frustración generada por no conseguirlo? La impaciencia te puede.
Mientras, la vida juega contigo. Y te acerca tanto que casi puedes tocarlo para después alejarlo tanto que es imposible llegar...Y sabes que pierdes.
Pierdes tu sueño.
Pierdes los papeles.
Pierdes la cabeza.
Pierdes la fe.
Pero la vida sigue siendo bonita, porque te hizo sentirlo y por un instante fuiste feliz. Porque de los errores se aprende. Son experiencias. Parte de tu vida. Y aunque perdonar los propios errores es lo más difícil al final hay que aprender a vivir con ello y superarlo. Porque son perdonables. Porque no se puede ser tan duro con uno mismo.
Quien vive con intensidad lo hace para lo bueno y lo malo, aunque después se arrepienta, no siempre, pero a veces sí. Esa es la penitencia. Enfrentar los daños colaterales derivados de nuestro comportamiento, y hacerlo con responsabilidad, es obligado.
Con errores, aciertos, vivencias agradables y no tanto, con el peso del dolor causado en otros y con el paso dado para enmendarlo...que bonita la vida, lo dice la canción.
*Imágenes Pexels
Gracias
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