Si no tiene cuidado pasará toda su vida esperando. La casa del lago
Había decidido no enfadarme. Prefería tomarme las cosas con calma, pensando y respirando antes de decir nada. Pero finalmente
me enfadé.
Como hacía tiempo que no. He estado a punto de perder los nervios, pero no. He empezado a reír. La situación, o más bien la sucesión de distintas situaciones que se encadenan de la manera más puñetera, me disgusta. No imaginas cuánto. He perdido dos días, y la paciencia. El berrinche me ha puesto en movimiento y he intentado solucionar el despropósito, se ha hecho lo que se ha podido, lo que estaba en mis manos porque el resto no depende de mi y en eso no puedo influir.
Y la música clásica que te ponen mientras esperas al teléfono no me relaja, todo lo contrario, me enerva. Que si dale al uno, o al dos, o diga tal o cual cosa. A cada grabación, un comentario, que menos mal que no oyen...o eso creo. Es posible que hasta les haga gracia. La última llamada ha tenido una duración de 38 minutos, y puedo asegurar que el 75% ha sido música. Con los nervios de punta.
Llamar y que te atienda una máquina y tengas que seguir instrucciones con un número de opciones que, una vez elegida, Oh ¡sorpresa!
...
te lleva a elegir nuevamente para después tener que decidir, una vez más, qué opción es la que más se acerca a lo que buscas
...
Para seguidamente (o no tan seguidamente) ser atendido por un operador u operadora que amablemente te redirecciona a otro departamento que parece no ser el correcto
...
y que nuevamente te pasa con otro departamento, donde por octava vez, tienes que repetir el motivo de tu llamada
...
parece que buscan poner a prueba nuestra paciencia.
Me recuerda a los libros que leía de pequeña: Elige tu propia aventura. Libros en los que te daban varias opciones y elegías para pasar a la página que te enviaba y así seguir un laberinto de historias en las que el desenlace dependía de tu decisión. El protagonista podía terminar como el rosario de la aurora o salir victorioso. La diferencia es que en los libros solo se trataba de entretenimiento pero en la vida real se trata de cuestiones que nos importan, y no poco.
Situaciones de este tipo se dan habitualmente. La tecnología ha facilitado mucho las cosas, posiblemente de este modo se puedan hacer un número infinitamente mayor de gestiones y atender más llamadas. Todos somos conscientes de ello. Pero también es verdad que si a mí me ponen de mal humor y siento que me toman el pelo después de estar más de media hora al teléfono sin ser atendida realmente (sí mareada entre departamentos, operadoras y opciones varias), me pongo en la piel de otras personas, como por ejemplo mis padres que ya son mayores, y entiendo que prefieran que seamos sus hijos los que llamemos porque se lían y no saben a qué número dar. Sinceramente, yo tampoco.
Ante este escenario en el que pareciera que nos hemos convertido en máquinas de gestión automatizada, estaría bien humanizar un poco la atención a las personas. Todo tan impersonal, donde no hay nadie que resuelva una duda sin haber interactuado antes con una grabación (en el mejor de los casos), con la impotencia de ver que no avanza y que toca colgar para volver a llamar empezando desde el principio una y otra vez. ¡Esto ya lo he vivido!.
En este momento todos nuestros operadores están ocupados
...
El tiempo de espera es superior a cinco minutos
...
Todo esto viene a raíz de intentar hacer una gestión que ha llevado muchas llamadas telefónicas durante días. Dolor de oreja, manos ocupadas y muy mala
leche. Mi solución ha sido conectar los auriculares al móvil y mientras ellos recitan amablemente que todos sus operadores están ocupados, una servidora ocupa su tiempo en hacer cosas más productivas. Y la música clásica de banda sonora.
¿Qué mas se puede pedir?
*Imágenes Pixabay
Gracias
Comentarios
Publicar un comentario