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"La mayor arma contra el estrés es nuestra habilidad para elegir un pensamiento sobre otro" William James
Todos vivimos días en los que todo se complica y si algo puede salir mal seguramente salga mal, que compañeros de trabajo por alguna causa no acudan al trabajo y tengas que ocuparte de lo tuyo y parte de otros, esos días en los que las personas que atiendes están especialmente tensas, te sientes superado por las circunstancias y terminas por dar respuestas inadecuadas a todo aquél que sin comerlo ni beberlo pase en ese momento casualmente por allí. Empiezas a calentarte y pum, estallas como una palomita.
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Nos puede pasar a cualquiera ya que las circunstancias personales no son todos los días las ideales y problemas más o menos importantes tenemos todos. Realmente nuestros problemas siempre son los más graves...y si no lo crees piensa...piensa...o puede que los magnifiquemos, quién sabe. Cuando hablamos somos el más importante, el más desgraciado, el más sufrido, el que más trabajo tiene, el más estresado, al que le tocan todos los marrones, el mayor superviviente en la vida o el más interesante y así podría seguir hasta el infinito y más allá. Pero vuelvo al tema que me disperso.
La cuestión que traigo hoy a colación es la siguiente. Cuando se trabaja con personas y para personas, cuando se está de cara al público, hay que tener cuidado con lo que se dice. No se puede olvidar que las personas no son números. Seguro piensas que todos son conscientes de ese detalle. Déjame decirte que sí, lo saben pero a veces se les olvida. Si tú trabajas con una máquina no se va a sentir ofendida porque tengas un mal día y sueltes un improperio pero cuando tratas con personas...
Que sí, que ya sé que pasan toooodos los días una cantidad ingente de personas por tu oficina o tu consultorio, más de lo que puedes abarcar, que cada uno viene con un cuento diferente, con su historia, y tú estás hasta el moño de escuchar cada día lo mismo una y otra vez. Que estás quemado porque no se te reconoce suficientemente lo que haces, o porque viene el listo de turno y se cuelga la medallita cuando tú llevas meses trabajando a brazo partido en el proyecto, o porque tu trabajo ya no te motiva como antes, o porque te ha tocado un pelmazo y no puedes con la vida, etc. Situaciones miles.
Cuando veo a un profesional perder las formas pienso que puede ser un mal día pero cuando lo confirmas por otros y te das cuenta que se repite en los mismos lugares ya es otra historia. Y ahí sí, empiezo a pensar que es otra cosa, que puedo ponerme sus zapatillas y tratar de entender pero no disculpar si es algo recurrente. También esos profesionales pueden intentar ponerse en las zapatillas de quien recurre a ellos ya que seguramente no lo hacen por gusto o por pasar el rato sino por alguna necesidad, que también pueden tener un mal día y que sobre todo merecen un trato respetuoso, como todos. Tampoco es justo que paguemos nuestra frustración con los profesionales que están trabajando, que en muchas ocasiones también ocurre y hay quién los utiliza de saco de boxeo verbal (y en alguna ocasión, por desgracia, no solo verbal) para descargar toda la rabia y tensión acumulada.
Propongo que hagas un alto y pienses en qué situaciones has vivido algo así porque seguro que si no lo has vivido en primera persona habrás sido testigo de ello en alguna ocasión.
Muchas veces pienso que tenemos serios problemas de comunicación, que no somos capaces de hablar sin golpear con las palabras, que es nuestra arma arrojadiza preferida. A pesar del daño que hace es el que menos rastro deja porque la herida no es visible, se lleva por dentro, y es muy fácil negar con un "yo no he dicho eso". Es tu palabra contra la mía.
He querido hacer esta reflexión porque estoy segura que quien hace el comentario desafortunado es posible que ni caiga en la cuenta pero todos los que son testigos lo notan. Eso no es tener carácter, es perder los papeles, y estoy segura que perjudica más que favorece. No todas las personas saben donde acudir, ni que documentos necesitan, ni en qué pasillo se encuentra lo que busca. No todos manejan las nuevas tecnologías, o quizá no se expresen claramente. Pero los profesionales sí y deben demostrarlo.
Y tú ¿Trabajas de cara al público? ¿Te has sentido superado por la situación alguna vez? ¿Cómo reaccionaste? O desde el otro lado, ¿En alguna ocasión te han contestado de esas maneras? ¿Cómo te sentiste?
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